En el año 2015 salió a concurso el diseño del plan general de Matalascañas, en el que no dudamos en participar en colaboración con los arquitectos Cayetano Campero y Cesáreo Romero y con el geólogo de la universidad de Huelva Juan Antonio Morales.
Antes de empezar a diseñar decidimos que nuestro eje argumental iba a ser el de tomar en cuenta las necesidades del litoral como ente cambiante y mutable en el tiempo, ya que cada invierno la fuerza de ese cambio arrastraba consigo multitud de desperfectos al paseo marítimo impuesto por el hombre. Pensamos que las necesidades de uno y otro no tenían por qué colisionar constantemente y guiamos nuestro diseño urbano por el camino de la planificación verde.
Primero nos centramos en estudiar la dinámica del litoral y los ciclos de la costa. Dedujimos la necesidad de un frente dunar que protegiera el paseo marítimo del mal tiempo y que, además, favoreciera la biodiversidad propia de un municipio que linda con Doñana añadiendo vegetación autóctona para asentar la duna. Este diseño ahorraría al ayuntamiento miles de euros en desperfectos cada año, evitando la pérdida de superficie de playa en temporada alta y el consiguiente gasto en dragados y traslado de arena por maquinaria pesada.
Dado que el paseo marítimo es la espina dorsal del municipio, que aglutina el tráfico peatonal de todo el pueblo por unir la trama urbana, decidimos ampliar la importancia de este y favorecer los espacios de reunión ampliando su anchura en ciertas zonas. Para que esta ampliación tuviera flexibilidad con el frente dunar, utilizamos materiales que dejara espacio para el movimiento de la arena, como la madera, que también es biodegradable y fácilmente sustituible en caso de temporal.
